Así podríamos simplificar la evolución de un complemento tan característico en la década de los 70, un objeto no lejos de arrastrar un velo de ambigüedad en cuanto a la condición sexual del portador que lo luciera. Probablemente en aquellos años, el prototipo de hombre heterosexual estaba muy definido, pero no estaba exento de querer formar parte de una comunidad que se veía arrastrada por las tendencias que llegaban desde otros rincones del mundo. El cisma ético llegaría con las nuevas masculinidades, esas que creyeron que para ser hombre había que acotar terreno y dejar claro dónde estaban los límites. Ahí es donde tuvo que entrar en valor el terreno de la Moda, y por suerte cada vez son más los artistas que luchan por unificar criterios a la hora de crear nuevas corrientes, tal vez apostando más por la esencia individual del ser humano más que por la caracterización de un género. Y si los denomino artistas es porque, con su creatividad, han logrado hacer de una necesidad básica un Arte. Para ello debemos comprender que el Arte es todo aquello capaz de despertar un sentimiento o emoción en la persona que lo observa, y nadie escapa del escrutinio personal que nos realizamos cada vez que nos topamos con cualquier superficie que sea capaz de devolver nuestro reflejo. Si hay algo que nos hace a todos iguales, es que no podemos escapar de las opiniones, ya sean propias o de terceros. Tal vez debamos seguir apostando por todos aquellos que luchan por derribar muros y fronteras entre géneros, pero de nada servirá si seguimos mutilándonos la piel con las concertinas de nuestra propia conciencia.
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Desde Dueñas te invitamos a explorar tu propia conexión con la moda y a celebrar la diversidad en todas sus formas.