Elegir un buen AOVE es un acto de amor propio.Es entender que lo esencial no necesita adornos.Es apostar por lo que nos sienta bien, por dentro y por fuera.Y aquí es donde todo se conecta:
¿Por qué no aplicamos esa misma lógica al resto de lo que consumimos?Si ya hemos aprendido a cuidar lo que entra en el plato,¿por qué no cuidar también lo que llevamos encima?Nuestra piel no solo siente lo que comemos. También lo que vestimos.Nuestro día no se construye solo con alimentos buenos,sino también con decisiones ligeras, coherentes, duraderas.
No se trata de ser perfectos.Se trata de ser conscientes.Si ya sabemos elegir un buen pan, un buen tomate, un buen aceite…también podemos elegir una buena prenda.No por moda. Sino por equilibrio.Menos cosas que sobran.Más cosas que nutren.En la cocina. En el armario. En la vida.Y si hay una regla que no falla, es esta:si no lo pondríamos en el plato… ¿para qué lo querríamos en el día?