Durante estos días escuchamos a un elenco de profesionales que compartieron sus historias, sus miedos y sus sueños. Y como cada año, la capitana de esta travesía, Begoña Pascual, nos enseñó que la belleza y el conocimiento necesitan tiempo, cuidado y entrega. Fue emocionante ver cómo, con su liderazgo, Ars Textum sigue apostando por recuperar y perpetuar el savoir faire virtuoso de los maestros artesanos españoles, dándoles la visibilidad y el respeto que merecen.
Este año conocimos a Raúl del Chano. Vive en un pequeño pueblo de Teruel, rodeado de sus caballos y del silencio fértil que le inspira. Empezó su formación en cestería catalana, pero su inquietud lo llevó a aprender de cesteros internacionales, creando sus propias texturas y volúmenes. Así nacieron sus cestas y esculturas: piezas orgánicas y delicadas, llenas de magia e historia. Escucharlo fue entender que la artesanía es humildad y grandeza al mismo tiempo; es mirar la materia con respeto y escuchar lo que te pide para transformarse. Sus manos cuentan historias que su voz apenas puede describir, y su mirada refleja el brillo de quien está conectado con la tierra y con algo más grande.
También pudimos escuchar de nuevo a Pedro Rosa, de TodoBarro, un proyecto que está revolucionando el lenguaje estético del barro cocido. Diseños originales, nuevas texturas, tonalidades y un concepto que les ha valido el calificativo de neoartesanos. Pero lo que más nos inspiró fue su filosofía: “Pensamos que para que las tradiciones sigan vivas, hay que adaptarlas al momento en que vivimos”. Por eso han incorporado la fabricación de moldes mediante impresión 3D con plástico biodegradable (PLA). Fue emocionante escuchar cómo su pasión los ha llevado a colaborar con grandes marcas como Zara, y cómo cada paso que dan está lleno de investigación, respeto y un profundo amor por su oficio. Porque la innovación no destruye la tradición: la fortalece y la proyecta hacia el futuro.
Y qué bonito fue escuchar en la sala: “Vivimos este hilo rojo”. Ese concepto japonés que dice que las personas destinadas a conocerse están unidas por un hilo invisible que nunca se rompe, aunque el tiempo o la distancia lo tensen. Ars Textum es eso: un hilo rojo que conecta personas, oficios, saberes, lugares y sueños. Es la certeza de que, cuando compartimos conocimiento y belleza, algo dentro de nosotros se transforma. Porque, al final, todos estamos conectados.
Gracias, Ars Textum, por recordarnos que el futuro se teje con hilos de tradición y alas de innovación. Gracias por estos días de inspiración, de emoción y de encuentros que nos recuerdan quiénes somos y hacia dónde queremos ir. Porque, en el fondo, la artesanía no es solo crear con las manos: es crear con el corazón.
Para Dueñas, es toda una inspiración. Porque si algo aprendimos estos días es que el corazón de los proyectos se teje con la misma materia que la artesanía: paciencia, belleza, respeto y verdad.