Aquella foto permanecía escondida entre mis recuerdos de los años en Madrid, los mejores de mi vida. Siempre la conservé como un gran tesoro. Nunca fui de hacer fotos, pero esa era la foto. Quien la tomó era una persona a la que admiraba profundamente y a la que, a día de hoy, seguimos admirando. Quizá porque la nostalgia sabe aparecer en el momento justo. Y si tiro de ese hilo, descubro que las fotografías tienen ese poder: tender puentes hacia nuevas conexiones, hacia relatos que todavía están por escribirse.
Siempre hemos creído que las historias se entrelazan para formar otras mejores. Y así ocurrió: esa fotografía se convirtió en el inicio de un nuevo relato. Un círculo que se cerró en Madrid, en el mismo lugar donde nació aquella primera imagen, aunque en un escenario distinto. La foto que guardaba desde 2011 y que conservo como un tesoro volvió a cobrar vida. Y lo más emocionante es que, 14 años después, el fotógrafo que todos deseaban tener detrás del objetivo nos sorprendió en la gala de Vogue con una instantánea muy especial: llevaba el bolso que, hace unos meses, le habíamos enviado con muchísimo cariño. Un gesto que nos devolvió una emoción inmensa y nos recordó por qué merece tanto la pena emprender.
Esa noche, Dueñas se paseó entre la música y el murmullo de la ciudad, durante un evento en la Vogue Fashion’s Night Out 2025. Y allí, de nuevo, las historias se cruzaron bajo la mirada de Gerard. Una señal más de que la vida, cuando la dejamos fluir, encuentra maneras hermosas de contarse.
Hoy septiembre nos invita a lo mismo: a dejar que esos puentes entre pasado y futuro nos conduzcan hacia caminos nuevos. Quizá todos guardamos una foto, un recuerdo o un instante capaz de abrirnos la puerta a lo que vendrá. Que este mes sea esa oportunidad de mirar atrás con cariño y, sobre todo, de caminar hacia adelante con ilusión.