La paradoja es evidente: la masculinidad, que durante décadas se afirmó en símbolos de poder —el músculo, el traje, el coche deportivo—, hoy se despliega a través de la sensibilidad, la cita intelectual o el gesto vulnerable. Se busca autenticidad, pero se actúa al mismo tiempo. El escenario cambia, pero la función persiste: seducir, pertenecer, ser leído como interesante.
Desde la sociología, la respuesta no es acusar de impostura. Judith Butler lo explicó con claridad: el género no es esencia, sino performance. No somos, sino que actuamos lo que somos. Y en esa clave, el hombre performativo encarna la identidad como coreografía consciente. ¿Es máscara? Sí. ¿Es verdad? También.
El bolso adquiere aquí un papel simbólico. Durante mucho tiempo fue un terreno prohibido; hoy es un manifiesto silencioso. Elegirlo no es un gesto trivial: habla de apertura, de cuidado y de atención a los códigos culturales en transformación. Y cuando esa elección se alinea con una coherencia estética y ética —un diseño sobrio, duradero, pensado para resistir—, deja de ser atrezo para convertirse en signo auténtico.
El riesgo está en la superficie: que la vulnerabilidad se convierta en máscara, que el feminismo sea usado como accesorio, que el estilo se reduzca a estrategia de seducción. La moda, sin embargo, no perdona: exhibe las incoherencias con la precisión de un bisturí.
El hombre performativo, con todas sus contradicciones, es síntoma cultural. Refleja una generación que busca autenticidad, pero que la experimenta como aspiración más que como certeza. Y quizá el reto no sea negar esa performance, sino habitarla con verdad: que la sensibilidad no sea pose, que el estilo no se agote en la superficie, que los objetos que nos acompañan no sean atrezo, sino traducción de lo que somos y de lo que queremos llegar a ser.
En Dueñas creemos en esa traducción honesta. En piezas que no se limitan a acompañar un personaje efímero, sino que sostienen una identidad duradera. Porque lo que llevas contigo no es accesorio: es tu manera más auténtica de habitar el mundo.