Al volver, le ofrecieron un ascenso. Más sueldo, más responsabilidad, más calendario lleno. El nudo volvió. Y eligió lo que no encajaba en ningún plan corporativo: colaborar con una plataforma de turismo rural y diseñar experiencias para quienes buscan respirar sin reloj. Al mismo tiempo, alquiló una habitación cerca del mar para escribir. No sabía si era “el trabajo para siempre”, pero por primera vez sentía que era el paso correcto ahora.
Lo más desafiante no fue el cambio externo, sino contarle al mundo una elección que no cabía en un título de LinkedIn. Porque a veces lo más valiente no es irse lejos, sino sostener una decisión que aún no tiene forma definida.
Hoy, para Paula, ser Dueña es esto:
elegir sin garantías, sostenerse sin certidumbres, caminar sin mapa… y reconocerse en el camino.
Saber que siempre se puede volver a empezar. Que la brújula más fiable es el cuerpo cuando respira ancho, y el corazón cuando vuelve a latir con ganas.
Su consejo para quien está en transición:
Empieza pequeño. Un día distinto, un paseo sin destino, una pregunta honesta. No hace falta que el universo se mueva. Basta con que te muevas tú.
Porque no se trata de tener todas las respuestas.
Se trata de atreverte a ser la mujer que ya estás sintiendo que puedes ser.
Nos vemos mañana, Dueña.
Tú trae la verdad nosotras ponemos el espacio.